Color Amazonia
Introducción
Workshop de color instalado junto a la casa de una familia Huitoto cerca a Leticia, Colombia, 2007 – 2012.
En los últimos años con un grupo de amigos hemos rondado la Amazonia colombiana en busca del color.
Con los conocimientos ancestrales de comunidades Huitoto y Tikuna como guías, identificamos once
especies botánicas y los procesos de alquimia que permiten utilizar de manera artesanal sus pigmentos
sobre fibras naturales como fique, algodón y papel.
Cerca de la ciudad de Leticia, instalamos un rústico taller de trabajo para explorar y reconocer estos
procesos manuales en una relación cercana y directa con el entorno: un encuentro entre lo esencial
de la naturaleza humana, que sabe transformar, y la naturaleza botánica, que provee sorprendentes
posibilidades.
Color Amazonia es la memoria de esta búsqueda elemental donde el color es un pretexto para
exaltar el inmenso valor de esta selva que desaparece.
Susana Mejía
Pigmentos orgánicos extraídos.


Hojas, frutos y tubérculos listos para convertir en pigmentos.
Extracción y teñido
La extracción del color en las once especies sobre las que se realizó experimentación plantea procesos
similares: es necesario macerar o rallar aquella parte de la planta que produce el color —hoja, semilla,
corteza, fruto, cáscara del fruto o rizoma; depende de cada caso—; y posteriormente agregar agua. Luego,
según la planta, pueden ser necesarios diversos procesos, como pasar por el calor del fuego o utilizar otros
elementos naturales para la fijación o transformación del color; entre ellos:
Agua: disuelve el color.
Fuego: extrae el color por ebullición.
Limón: catalizador natural que aclara los colores.
Barro blanco: difusor del color, se utiliza para crear tonos pasteles.
Piedra alumbre: mordiente, fijador del color.

Proceso de extracción del color.
El rito del color
Alberto Sierra
El color para los indígenas está asociado a los ritos.
En este proyecto el rito se ordena y se registra. La
ceremonia se elabora y se piensa para que, junto a las
imágenes y los sonidos, construya una obra de arte
que ponga en evidencia la importancia del proceso y
del trabajo colectivo.
Este ejercicio descubre paletas de color que no
existían, dentro de ellas la simple denominación del
color —rojo o verde— no es posible. Los colores, sus
variaciones y diversos matices, aparecen gracias
al proceso y a la experimentación, al ensayo y al
error, al vertido caprichoso y al secado lento, a
la musicalización y al viaje. Es así como el color
constituye un producto cercano a la ciencia y, al
mismo tiempo, una labor de arte.
La obra presente en este libro replantea la literación de lo natural
sobre la superficie y el papel del azar en el proceso creativo. La
pintura, y propiamente el color, invade el espacio; pero sin el
sonido de la selva, las plantas, los herbarios, los documentos,
los monotipos, los archivos y la imagen en movimiento perdería
su encanto, porque la potencia de este trabajo, y es de reiterarlo,
reside en asumir como un ritual el proceso de creación del color.
Aquí el asombro lo produce el trabajo colectivo; más que la obra
entendida como tal, estamos ante una obra archivo o laboratorio
que va con igual interés de lo abstracto a lo expresionista, de lo
antropológico a lo botánico. Cada color es un descubrimiento, una
oportunidad de conocer el lugar geográfico. Esta obra sincroniza el
arte con el trabajo comunitario y el conocimiento botánico, plantea
de este modo una ecología artística. El color de la selva queda
pues recontextualizado y resignificado.
El color para los indígenas está asociado a los ritos.
En este proyecto el rito se ordena y se registra. La
ceremonia se elabora y se piensa para que, junto a las
imágenes y los sonidos, construya una obra de arte
que ponga en evidencia la importancia del proceso y
del trabajo colectivo.
Este ejercicio descubre paletas de color que no
existían, dentro de ellas la simple denominación del
color —rojo o verde— no es posible. Los colores, sus
variaciones y diversos matices, aparecen gracias
al proceso y a la experimentación, al ensayo y al
error, al vertido caprichoso y al secado lento, a
la musicalización y al viaje. Es así como el color
constituye un producto cercano a la ciencia y, al
mismo tiempo, una labor de arte.
La obra presente en este libro replantea la literación de lo natural
sobre la superficie y el papel del azar en el proceso creativo. La
pintura, y propiamente el color, invade el espacio; pero sin el
sonido de la selva, las plantas, los herbarios, los documentos,
los monotipos, los archivos y la imagen en movimiento perdería
su encanto, porque la potencia de este trabajo, y es de reiterarlo,
reside en asumir como un ritual el proceso de creación del color.
Aquí el asombro lo produce el trabajo colectivo; más que la obra
entendida como tal, estamos ante una obra archivo o laboratorio
que va con igual interés de lo abstracto a lo expresionista, de lo
antropológico a lo botánico. Cada color es un descubrimiento, una
oportunidad de conocer el lugar geográfico. Esta obra sincroniza el
arte con el trabajo comunitario y el conocimiento botánico, plantea
de este modo una ecología artística. El color de la selva queda
pues recontextualizado y resignificado.
Workshop.
Pigmentos sobre papel.
Herbarios
Grabados
Papel
Papel.
Papeles pintados con pigmentos naturales en proceso de secado. Leticia, Colombia, 2007 – 2012.
Fique
Preparación de las fibras de fique y algodón para teñido.
Fique teñido con pigmentos orgánicos en proceso de secado. Leticia, Colombia, 2007 – 2012.
Proceso de teñido del fique y el algodón.
Sonidos
Fique y algodón.
Agradecimientos